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El País Conmoción en Mendoza

Abusos a chicos sordos: "A mi hijo lo obligaron a tener sexo oral con otro alumno"

Lo relató la madre de una de las víctimas de los sacerdotes del Instituto Próvolo. Contó que presentó la denuncia en 2008, pero la causa nunca avanzó.

La historia de violaciones, abuso sexuales, cambios de conducta y temor de chicos hipoacúsicos, que concurrían al instituto Antonio Próvolo de la provincia de Mendoza, aparecen a borbotones. En la puertas del colegio de Luján de Cuyo, en la Gran Mendoza y en el ingreso de la Fiscalía 11 de Luján, las familias narran sus historias tenebrosas. Sienten pesar y mucha culpa por haberlos internados en un colegio católico para superar una discapacidad y enterarse que Vivian un verdadero infierno.

 

Según señala el diario Clarín, el fiscal Fabricio Sidoti cree que pueden llegar a 60 las víctimas, de acuerdo a los testimonios recabados. Muchos chicos ya no concurren a este colegio porque sus padres los retiraron ante los cambios de conductas y retrocesos en el aprendizaje que presentaban.

 

 Dos curas y dos empleados, un administrativo y un celador, están detenidos. Hay un quinto hombre demorado en sede judicial. Es el jardinero, quien también está acusado y podría quedar en prisión preventiva. De los sacerdotes, el de mayor poder en la institución, el italiano Nicolás Corradi (82), arrastra denuncias de abuso sexual a niños desde 1984, en Verona, Italia.  Su caso fue presentado por una red de víctimas en Washington. Fue trasladado a la Argentina para encubrir sus actos aberrantes. El otro cura detenido es Horacio Corbacho (56), primer sacerdote egresado de La Compañía de las Hermanas de María, una orden religiosa para hipoacusicos con sede en La Plata, al que pertenece este colegio.

 

El Instituto Próvolo está bajo la supervisión de Enseñanza Privada de la Dirección General de Escuelas del gobierno mendocino, donde la madre de una víctima hizo una denuncia en 2008 y nadie actuó. "A mi hijo lo obligaron a tener sexo oral con otro alumno, mientras los curas y el celador miraban", contó Cintia, una de las madres denunciantes. El alumno, que entonces tenía 11 años y ahora 20, pudo relatar esa vejación en un dibujo que hizo en su casa.

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