“Llegaron justo para tomar mate”. Así recibió Diego Diellos, el delantero de Central Córdoba, al equipo de trabajo de Nuevo Diario. Él es de Misiones y no se puede pedir otra cosa a un misionero que unos mates. ¿La yerba? Cosechada con el más puro néctar de las tierras coloradas. La voz pausada, seria y con gestos de ser un hombre tranquilo, amenizó la charla. Entre mates y mates la historia la arrancamos desde sus inicios, allá en la ciudad de San Vicente.
“Es una linda localidad de Misiones, gente trabajadora”, la dibujó en pocas palabras a su lugar de origen. “Junto con mi hermano, jugábamos los torneos interdepartamentales para el equipo que se llama Ex Alumnos Nº 453”, expresó.
— ND: ¿Y cómo fue que juntos se fueron a Quilmes en tan temprana edad?
— DD: Un día vinieron a hacer una prueba a la localidad de Campo Grande, cerca de mi pueblo y hasta allí nos llevó mi padre junto con mi hermano Gastón. Fue entonces que nos eligieron para ir. En un principio mis padres no se pusieron de acuerdo porque éramos muy chicos y el cambio era muy grande, pero al final viajamos a Buenos Aires junto con mi madre y ahí estuvimos, yo desde los 12 años y mi hermano es un año mayor.
— ND: ¿Y tu hermano dónde juega actualmente?
— DD: Está en San Martín de Formosa jugando en el Argentino B. El es defensor y también jugó en Rivadavia de Lincoln y Once Tigres de 9 de Julio.
— ND: ¿Y cómo fue que tu madre decidió estar con ustedes en Quilmes?
— DD: Fue una decisión difícil. Ella era docente y pidió licencia para poder estar junto con nosotros en Buenos Aires. Mi padre quedó en San Vicente.
— ND: ¿Soñabas con vivir del fútbol?
— DD: La verdad que no. Por ahí me preguntan si la decisión de irnos tan pequeños a Buenos Aires fue como algo obligado, yo les digo que no. Mis padres nos dio a elegir qué queríamos hacer (junto con su hermano) y nosotros le dijimos que jugar al fútbol. Inclusive hace tres años más o menos nos volvió a preguntar eso o estudiar, pero el fútbol es nuestra pasión.
— ND: ¿Extrañas San Vicente?
— DD: Sí. Siempre se extraña. Nos acostumbramos a la vida en Buenos Aires, pero siempre se extraña, especialmente a la familia.
