Sin datos concretos sobre las proyecciones del “país que viene” inaugurado el segundo semestre del año, las pequeñas y medianas empresas de nuestra provincia continúan en el “tobogán” cuesta abajo derivado de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno de la Nación.
La retracción en el consumo, los tarifazos en los servicios públicos esenciales, el aumento de la carga impositiva, las paritarias laborales de los empleados y los incrementos en los alquileres (que oscilaron entre un 20 y un 40 por ciento, según la zona) han “plagado” los distintos sectores de la provincia de carteles de “liquidación total por cierre” y “se alquila”, echando al destierro de la impotencia los sueños de emprendedores, de norte a sur y de este a oeste.
En caída libre, el comercio espera una “explosión” turística, al menos para “salvar la ropa” y preservar las fuentes laborales de miles de santiagueños que, hoy, la ven peligrar con el correr de los días.
Las vidrieras vacías y los locales despoblados de compradores son el pictograma de la cruda realidad que atraviesa el sector de indumentaria.
Pero no es el único, ni el más lamentable. “Un parámetro de la crisis es que la gente ha dejado de consumir en el sector de alimentación”, asegura el empleado de un conocido supermercado del pleno centro de nuestra ciudad capital. “Los tickets en lo que respecta a canasta básica de alimentos han disminuido en un 20 ó 30 por ciento el importe, la gente se ha vuelto más selectiva y paga en caja sólo lo estrictamente necesario”, agregó.
Otro capítulo que erosiona sensiblemente el sector es el de la cartera crediticia. Un empleado de una casa de artículos electrónicos confió al Multimedio que los clientes “han dejado de pagar las cuotas y —hasta ahora— lo único garantizado son los pagos en plazos con tarjetas de crédito”. “La mora crediticia se estima actualmente, en algunas de nuestras sucursales, hasta en el 30 por ciento y muchas de ellas ya están pasando a gestión judicial”, indicó.
