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Espectáculo ENTREVISTA EXCLUSIVA

Marcelo Perea crece y crea nueva música, mientras produce discos con temas originales

El gran artista habla con Nuevo Diario sobre las distintas áreas que viene desarrollando, preparando a cantantes, produciendo temas y evolucionando en lo humano también.

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Marcelo Perea Crédito: El gran pianista santiagueño, radicado en Buenos Aires, crea nuevos temas para sus trabajos discográficos.

El pianista santiagueño Marcelo Perea, con casi treinta años en el mundo de la música y la misma inquietud de un artista que recién da los primeros pasos, habló con Nuevo Diario en un alto de su vida, la que es atravesada por la enseñanza del piano con un método desarrollado por él mismo, las partituras y poemas escritos desde un lugar único y especial: el del paisaje, que reside en la esencia de todo artista santiagueño, el crecimiento de la persona, del ser humano que se enriquece con libros de autores de renombre o simples desconocidos, pero siempre con la mirada puesta en la creatividad para hacer arte, con una mirada esperanzadora sobre el futuro.

 

 

 

— ¿Qué estás haciendo en Buenos Aires?

— Siempre con mi actividad docente, profesión que amo, trabajo en mi casa, he logrado un método de trabajo… le llamo “La música como camino”, donde trabajamos piano, canto, guitarra, armonía, bombo, improvisación, estilo. Pero siempre con un enfoque, donde importa mucho el camino en la vida, el proceso de crecimiento, de evolución en lo humano también. Trato de que el aula sea también un refugio, un lugar donde el alumno se sienta contenido, valorado, querido… cosas fundamentales, que todos decimos pero no todos ponemos en práctica.

 

 

 

— ¿Es lo que siempre pensaste para aprender música?

— Trato de dar la clase que soñé o sueño cada vez que me toca ser alumno, donde a la par de lo técnico, importa mucho qué me pasa en la vida. Últimamente sumé el trabajo por Skype, entonces estoy trabajando con alumnos de todo el país, y ¡hasta de Europa! Amo esta vocación, que heredé en gran parte de mi mamá, Edith, que está jubilada, una docente de alma. Por otro lado este año sumé a esto, trabajar como docente de “armonía aplicada al teclado para la composición” en Sadaic, algo que me enorgullece, y me tiene muy contento. Y estoy en el camino de conseguir titularidad en artística, ya realicé dos suplencias en la escuela de música Esnaola… y en todos los baches, estoy haciendo música, tomando mate, disfrutando de mis hijas y la vida. Trabajo duro, pero amo mi trabajo. Vivo activo, aunque trato en general de tener una vida serena y tranquila, algo que valoro mucho. Preparo mis recitales, produzco discos, acompaño cantantes. Mi maestro Humberto Catania solía decir: “Tenemos el privilegio de estar en contacto con lo más bello que ha hecho la humanidad…”.

 

 

 

— ¿Estás armando alguna presentación para estos días?

— Estoy contento, porque desde octubre de 2015, estoy tocando todos los meses, en distintos lugares de Buenos aires. Estoy con la estrategia de tocar cada vez música muy cercana a mí, que sonó siempre dentro mío. Hice “Música de películas del corazón”, “El Cuchi Leguizamón por Marcelo Perea”, “Piano solo para bailar”, “Atahualpa Yupanqui”. En abril presenté “Mis canciones”, en junio “Astor Piazzolla por Marcelo Perea…”. Yo le llamo fueguitos, siento que voy encendiendo fueguitos. Es interesante, porque vienen públicos distintos, llamados no sólo por mi piano y mi canto, sino por la música que hago, que son olas grandes. Me tiene entretenido, contento, estudiando, en movimiento, tiene ecos. Cuando me dé el gusto de todos esos fueguitos, veré  de armar un disco con lo mejor de cada uno de ellos, o por ahí ir haciendo distintos trabajos con cada uno. Quizás comenzar por el que tenga más eco.

— O sea que se vienen varios discos. ¿De qué temática serían?

— Es todo un tema hacer un disco. Hay que sentir que tiene sentido, que hay algo para decir. Espero que estos fueguitos me ayuden, creo que sí. De hecho este año seguro habrá varios discos con diferentes cantantes que estoy produciendo, con trabajos como llegó a Mercedes Sosa una vez. Y quizás en la segunda parte de este año elija uno de estos fueguitos y lo grabe.

 

 

 

— ¿Qué estas componiendo, qué temas te gustan desarrollar?

— A los 14 años comencé a componer, a esa edad hice mi primera canción. Siempre busqué que las canciones reflejaran lo que me pasara y que me aliviaran, me sanaran de algún modo. Lacan decía: “El arte llega donde no llega el psicoanálisis”. Así que el concepto sigue siendo el mismo y después elijo si algo me pareció valioso para publicarlo, darlo a conocer. Es difícil componer bien, es todo un arte, jamás hubiese pensado que mis canciones, algunas nacidas cuando estudiante, llegarían a la voz más grande de Latinoamérica, Mercedes Sosa. Trato de ser coherente con eso. De algún modo Mercedes me dijo: “Es valioso, seguí”. Así que ahí estoy, tratando de componer, componiendo siempre canciones que intenten estar a la altura de las anteriores, Lapachos en primavera, Sacame chacarera, A mis hermanos heridos, Buscando madera y que la gente se encuentre en ellas… “que sirvan para abrigar los corazones”, decía el gran Yupanqui.

 

 

 

— ¿Cuánto ha sido tu evolución en los últimos años?

— Como te contaba, yo creo que el camino del artista es el mismo que se hace en la vida. Voy siempre tratando de crecer, entonces creo que también mi arte evoluciona. Amo mi trabajo, entonces estudio, siempre me asombra que la energía y las ganas son las mismas de los 17 años, eso es increíble. Los años pasan, pero ese fuego no. No pierde intensidad, entonces estudio, hago piano, armonía, técnicas corporales como el tai chi, me analizo, leo autores que me interesan, últimamente descubrí  a Francois Jullien o a Luis Tudanca, autor argentino. Trato de leer todos los días algún párrafo de algún libro profundo, inteligente, siento que me ayudan a estar en sintonía. Voy perfeccionando mi canto, y como profesor de canto, realicé seminarios para profesores dados por la gran maestra Marcela Pietrokovsky, toda una experiencia maravillosa y con el dientudo, el piano, tenemos un diálogo permanente; yo salgo por mis manos.

 

 

 

— ¿Cómo ves al folclore argentino hoy?

— Para mí el folclore antes que nada es una cuestión de identidad, de paisaje, de profundidad con la tierra, de color, en ese sentido que el folclore está vivo, que permanentemente se están produciendo cosas. Cada cual tiene su gusto y nivel y búsqueda. Me gustaría que se tenga en cuenta más el valor artístico de la obra, que el éxito comercial. Cuando yo era chico y fui a Cosquín, en el escenario estaban Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Ariel Ramírez, Eduardo Falú, y recuerdo que uno decía. ¡Cuánto tengo que aprender, que crecer, que producir, para poder estar ahí!

 

 

 

— ¿Qué quieres para tu futuro?

— Ya tengo mis años, he tenido una vida maravillosa, amo vivir… quisiera seguir viviendo cada vez más con armonía y simpleza, con sabiduría. Me gustaría una vida sabia. Y que mi arte la refleje. En cuanto a la música y a la docencia, que son mis vocaciones, dar lo mejor, florecer, creo que lo mejor está por venir en serio, ya que los músicos que admiro, como Astor Piazzolla, alcanzaron lo mejor después de los cincuenta años. Espero producir con eficacia e inteligencia.

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