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El Mundo Iraq

"Orinaban en el agua y nos torturaban", el peor de los calvarios relatado por un niño de 11 años

El niño relató que se encontraba encerrado junto a 100 niños, el que intentaba escapar era capturado y torturado.

Un niño yazidí de 11 años llamado Aymán Sharaf Khaji estuvo ocho meses en cautiverio ya que el Estado Islámico lo capturó. Cuando logró escapar contó su aterradora experiencia.

 

Según publicó la agencia Sputnik, el menor relató su experiencia desde que fue capturado, el 3 de agosto del año pasado.

 

El niño vivía en la ciudad de Sinyar, población en la que predominan los yazidíes, siendo que después fue recluido en una escuela en la ciudad de Tal Afar junto a otros 100 menores. En ese lugar sufrieron un calvario provocado por los terroristas.

 

"Allí no había espacio. Dormíamos en el suelo con nuestros zapatos bajo de nuestras cabezas", cuenta. Según recuerda Aymán, los terroristas orinaban en el agua que les daban de beber y agregaban drogas anestésicas.

 

El miedo, el hambre y la violencia

 

Sus captores los obligaban a rezar a las 4 de la madrugada y a recitar el Corán. Aquellos que no lograron hacerlo fueron sometidos a apaleamientos que podían durar hasta seis horas. Dos muchachos que lograron escapar fueron capturados casi inmediatamente y después los torturaron.

 

Además de dar clase a los menores de "religión", los obligaban a aprender a manejar armas, explicándoles que luego las usarían en contra de otros yazidíes en Sinyar, así como a glorificar al Estado Islámico.

 

"Viví en medio de miedo, el hambre y la violencia", cuenta.

 

Luego Aymán fue trasladado a la prisión de Badush cerca de Mosul, la segunda más grande de Irak, donde sólo había menores, mujeres y personas de la tercera edad. "Vivimos en terribles condiciones antihigiénicas. No había comida", relata. Finalmente fue trasladado a una aldea cerca de Tal Afar, reproduce RT.

 

Aymán y otros 34 menores cautivos intentaron escapar en tres ocasiones. La última vez, los niños se escondieron durante todo el día en los campos, fuera de su prisión, sin agua ni comida, y solo empezaron a moverse al anochecer. Finalmente, se salvaron al encontrarse con soldados y milicias yazidíes en la provincia de Dohuk.

 

Ahora Aymán vive con su familia en un campo de refugiados en el norte de Irak, y espera poder ir algún día a Alemania para encontrar allí asilo.

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