BUENOS AIRES.- Sebastián Rivero tenía 25 años, era oficial de la Policía Federal, y custodiaba a la Procuradora General, Alejandra Gils Carbó. Lo encontraron muerto en su casa de la localidad bonaerense de Sarandí: tenía un disparo en la cabeza.
A las 5 de la mañana del miércoles se contactó con un amigo, antes de entrar a bañarse para luego ir al trabajo. Esa fue la última persona con la que habló. Según narró un allegado íntimo a Clarín, "había estado con mucho estrés por trabajar con Gils Carbó y comenzó a tener ataques de pánico". Según trascendidos, ese estado lo habrá llevado a una depresión que en algunos lo llevó a pensar en quitarse la vida.