Bajo el comando de la propia presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y con varios de sus ministros desplegados por todos los rincones del país, más de 220.000 efectivos de las fuerzas armadas se movilizaron para distribuir información preventiva y eliminar potenciales focos de criaderos de larvas de mosquitos transmisores de los virus de dengue, zika y chikungunya.
“En promedio, en Brasil, dos tercios de los criaderos están dentro de las residencias. Por eso, necesitamos que la población actúe. La guerra depende de todos nosotros. El gobierno está haciendo su parte, pero necesitamos que la gente también esté involucrada. Tenemos este gran desafío y tenemos que movilizarnos todos para que el combate sea exitoso. Seremos 204 millones de personas contra el mosquito”, señaló Rousseff.
Con un número récord de 1,6 millones de infectados por el dengue este verano y la inquietud por el aumento de casos de bebés nacidos con microcefalia (malformación del cerebro y el cráneo), presuntamente vinculados al contagio de zika por sus madres, Brasil se ha convertido en el principal campo de batalla contra el Aedes aegypti que tanto temor genera en todas las Américas. Se calcula que en el país hay entre 500.000 y 1,5 millones de personas afectadas por el zika, y según el Ministerio de Salud, desde octubre del año pasado se han confirmado 462 casos de microcefalia -frente a un promedio anual de 150 casos antes-, de los cuales 41 ya se ha comprobado que están relacionados con el virus; otros 3852 casos están aún bajo análisis).
