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Policiales Lesa Humanidad

Familia perseguida por la Triple A se refugió en una Iglesia de Campo Gallo

Son los familiares del gremialista y comunista Carlos Banylis.

La familia Banylis sufrió en carne propia el accionar de la represión cívico militar que sembró el terror en nuestro país. Los integrantes de este grupo familiar presenciaron cuando la Triple A asesinó al jefe de hogar; Carlos Banylis. La esposa y sus dos pequeños hijos tuvieron que huir de Buenos Aires y terminaron refugiándose en el interior de Santiago del Estero, más precisamente en el departamento Copo. Esta semana, después de muchos años, fueron notificados por el juez Federal Norberto Oyarbide que “la muerte de Carlos Banylis fue un delito de lesa humanidad”. Carlos Banylis trabajaba en la línea 163 y era delegado sindical de la UTA. Banylis era, además, militante del Partido Comunista. El 10 de junio de 1975 a la noche su casa en construcción, en Ituzaingó, se llenó de hombres armados, algunos con las caras semiocultas con medias de nylon, otros a cara descubierta, que entraron gritando su nombre. “¡Te vinimos a buscar, hijo de p..!”, gritó uno de ellos, tras empujar a su esposa, Nora, y sus tres hijos sobre la cama de donde lo arrancaron a él. Desde allí, acurrucados y encañonados, fueron testigos de su fusilamiento con sesenta balazos. Para ellos fue el comienzo de una pesadilla de diez años, en que peregrinaron por pueblos, escondiéndose. La familia Banylis ha vivido pánico, terror, abandono, persecución posterior, hambre, falta de escolarización, han postergado la elaboración del duelo propio de todo ello, no conociendo la verdad de lo ocurrido y por temor a continuar soportando consecuencias conmovedoras. Fue el Estado mismo quien lo causó. “Quería estar lejos y criar a mis hijos. Valentina ya había cambiado cuatro veces de escuela”, recuerda en una entrevista concedida a Página 12.

 

Luego confesó que estuvieron escondidos Campo Gallo, en donde iniciaron una vida “normal”, los chicos empezaron a ir a la escuela, hasta que una de las maestras le contó que habían pasado preguntando por ella. A ella siempre le resonaba la frase que le había espetado uno de los hombres de la patota tras matar a su marido: “Ahora volvemos por vos”. En la desesperación quemó buena parte de sus pertenencias y le fue a pedir ayuda al cura del pueblo. Se llamaba Carlos, y le explicó a Nora que iría hasta el Obispado en Añatuya, en su Renault 4L, a hacer una consulta. “Nos advirtió que si veíamos que demoraba, nos fuéramos. Y que si tenía buenas noticias, a la vuelta daría una misa”, dice Alexis, hijo de Carlos . “Por suerte volvió, y dio la misa, a nosotros nos bautizaron, fue todo muy emotivo”, cuenta. Él recuerda algunos días que estuvieron viviendo en la parroquia. Que el sacerdote tenía una biblioteca. “Como mi viejo era comunista, todo lo que tuviera que ver con la Unión Soviética me fascinaba”.

 

Le perforaron el cuerpo a balazos

 

Carlos Banylis era rubio, de ojos claros y de origen lituano. Una persona, lo recuerda Nora, lo recuerda, siempre se despertaba de buen humor. Tocaba la guitarra, cantaba y adoraba el folclore. Su historia concentra la persecución terrorista a militantes del Partido Comunista y del movimiento obrero. Banylis quedó casi sentado contra la medianera cuando le perforaron la cara y el resto del cuerpo de tantos balazos.

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