Para presentar este experimento, que pertenece a Vázquez Photography, y cuyo título es: “En una sociedad paralela”, nos referiremos a dos términos que se parecen en su construcción lingüística, pero que se contraponen en su significado: machismo y feminismo. El primero de ellos refiere al conjunto de actitudes y comportamientos sexistas que tienen por objeto establecer o mantener el predominio del hombre sobre la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Mediante los comportamientos machistas, la mujer es discriminada, tanto de forma individual como colectiva, al ser relegada en la estructura social. Puede darse tanto entre hombres como entre mujeres.
El feminismo —por su parte— propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzcan a la liberación de la mujer —y también del varón— a través de eliminar las jerarquías y desigualdades. También puede decirse que el feminismo es un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de la mujer en todos los órdenes, pretende transformar las relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual, mediante una acción movilizadora.
Dicho esto, ahondaremos en el proyecto que fue compartido por más de 70 mil personas en Facebook, y comentado por otros tantos. Resulta que la joven, oriunda de Puerto Rico, se propuso “demostrar” que la sociedad sólo le presta atención a los reclamos de las mujeres y propone un trato “igualitario” para con los hombres.
Para ello y con “humor”, plantea por ejemplo que “si fueran tan buenas, Dios tuviera esposa”, o “quieren que le bajemos la luna, pero no te pueden bajar éste”.
Estos carteles, generaron gran controversia entre sus seguidores y se viralizó, al punto que hoy, la polémica sigue.
“La sociedad misma hace que el mundo gire en torno a la mujer”
La explicación de la fotógrafa sobre esta experiencia es la siguiente:
“Decidí hacer este pequeño proyecto porque me di cuenta cómo la sociedad misma hace que el mundo gire en torno a la mujer y cómo es que el hombre es quien siempre debe dar el primer paso, ser el detallista, el ‘caballeroso’, en sí, el que tenga la iniciativa de todo. Noté este comportamiento de las personas en las redes sociales, noticias, conversaciones y hasta en la crianza misma. Me choca ver una foto con una frase que diga ‘un hombre que llegue a mi casa de sorpresa, que me regale flores y/o chocolates’. Siempre indicando cómo un hombre debe comportarse con una mujer para que ella se sienta enamorada y sino hace eso, rápido lo catalogamos como un hombre malo, frío o de pocos sentimientos. En experiencias personales, de mis amigos varones, la mayoría de las mujeres son las que tienen la culpa y nunca lo aceptan.
Pensé que el hombre merecía expresarse sobre cómo quieren o les gustaría que fueran las mujeres para con ellos. Así que opté por hablar con mis amigos más cercanos, coger un par de papeles y dárselos junto con unos marcadores y que fueran ellos mismos quienes escribieran todo aquello que les molestaba. La verdad, me quedé corta de papeles, tenían tantas ideas y cosas que decir...”.
Las mujeres también pueden abrir la puerta
“Es como si los blancos se pusieran con cartelones haciéndose víctimas de los negros”, fue uno de los irónicos comentarios que recibió la fotografía. Y es precisamente allí donde hay que hacer foco. Los reclamos de las feministas no pasan por si una mujer debe regalar flores, pagar la mitad de la cuenta o abrir la puerta del auto al hombre. Lo puede hacer.
Las luchas, los reclamos y los tantos años de instalar un concepto que para muchos es exagerado y hasta innecesario, parte de los siglos de sometimiento, de la falta de acceso a trabajos dignos, de la falta de respeto hacia el cuerpo de la mujer, del patriarcado, de las violencias (física, psicológica, económica, etc), de la misoginia y de las millones de muertes injustas.
