El astro argentino Lionel Messi fue consagrado ayer como el mejor futbolista del mundo por quinta vez en su carrera, al ganar el Balón de Oro 2015 en la gala que la FIFA celebró en el Palacio de los Congresos de la ciudad de Zúrich, en Suiza.
El rosarino (28 años), quien ya lo había conseguido de manera consecutiva entre 2009 y 2012, recuperó el galardón más importante a nivel individual, después de dos temporadas en poder del portugués Cristiano Ronaldo, quien completó la terna junto al brasileño Neymar.
El crack de Barcelona fue elegido por el 43,33 por ciento del padrón, conformado por directores técnicos y capitanes de los seleccionados de países afiliados a la FIFA, periodistas internacionales y miembros de la revista France Football, que fundó el premio en 1956.
Cristiano Ronaldo, quien buscaba su cuarta estatuilla personal, terminó en el segundo puesto con 27,76 por ciento de los votos y el brasileño Neymar, en su primera nominación, acabó tercero con el 7,86.
“Es un momento muy especial para mí, poder estar acá... Después de dos años mirando sentado cómo lo ganaba Cristiano, es increíble poder ganar el quinto. Es mucho más de lo que soñaba cuando era chiquito”, declaró el argentino en el atril, después de recibir el premio de manos del brasileño Kaká.
Vestido con un traje sobrio del diseñador italiano Giorgio Armani, Messi agradeció “a todos los que votaron” y a sus “compañeros” del equipo catalán “porque sin ellos no hubiera sido posible” el reconocimiento que recogió en Zúrich.
“También al fútbol en general porque todo lo que me hizo vivir, lo bueno y lo malo, que me ayudó a crecer. Nada más, buenas noches y muchísimas gracias por todo”, concluyó con emoción contenida y antes de dirigir su mirada a la platea donde contemplaban la escena su mujer Antonella Roccuzzo y su hijo mayor Thiago.
Después de escuchar el anuncio de Kaká, ganador del premio en 2007, “La Pulga” le dio un afectuoso beso a Neymar, que estaba sentado a su izquierda, y también un respetuoso apretón de manos a CR7, ubicado a su derecha. El luso llegó a la gala en Suiza con pocas expectativas de conservar el premio, después de un año sin títulos en Real Madrid, pero con una buena foja individual.
