La situación de Siria con la guerra civil —desatada hace más de cuatro años— parece no tener fin, y las oleadas de refugiados que llegan principalmente a países europeos, no cesa. Buscando paz, dejándolo todo y procurando un futuro mejor para sus hijos, arriban a nuevas tierras, arrastrando el dolor de un país devastado.
El idioma, la cultura y la aceptación juegan un rol fundamental, y aunque las adversidades son innumerables, hay muchas manos dispuestas a ayudar. Manos como las de Gonzalo y Rodrigo Reynoso, dos jóvenes santiagueños de 31 y 26 años, que se encuentran en Vogt, provincia de Baden-Württemberg, en Alemania, ayudando a quienes más lo necesitan, como los refugiados.
Gonzalo fue el primero en instalarse en el viejo continente, hace tres meses, mientras que Rodrigo llegó hace una semana. Los hermanos participan del Servicio de Voluntariado Federal y su trabajo se centra principalmente en un hogar de ancianos y personas discapacitadas. Sin embargo, hace algunos días Roland Banzhaf, voluntario alemán, los contactó con un refugio sirio y desde entonces realizaron varias visitas para compartir con ellos y demostrarles su apoyo.
Charla va, charla viene, terminaron encontrando numerosas coincidencias gastronómicas. “Nos comunicábamos en inglés y alemán. Les contábamos nuestras vivencias, nuestra cultura...”, comentó Gonzalo. Entonces al nombrarle Argentina les pedían tango, pero ellos les indicaron que en el norte del país se escuchaba otra música.
“Les hablamos de la chacarera y nos dijeron que querían escuchar nuestra música”, agregó Gonzalo. Y no lo dudaron, guitarra en mano, decidieron hacer sonar los acordes de “Semillas de chacarera” de Los Manseros y ellos “quedaron encantados”, contó.
“Ellos piden paz y bienestar”
Sobre la experiencia que les tocó vivir en el refugio, Gonzalo precisó: “Nos dimos cuenta que a pesar de todo lo que están viviendo, y de no tener a su lado a sus familiares directos, tratan de llevar una vida pacífica. Ellos lo tienen todo en Siria, no se quieren ir de allí, y lo único que piden es paz, bienestar y volver a tener a sus hijos, madres, hermanos o nietos cerca”.
Asimismo, sobre el voluntariado del que participa, señaló que la convocatoria fue hecha por un alemán, Sebastián May, quien residía en nuestro país por cuestiones laborales y de estudio, y por su actual pareja, Marie Peschke.
La institución para la que trabaja Gonzalo, y próximamente su hermano, se llama Altenheim, que significa “hogar de ancianos”. Sus labores consisten en guiar a personas discapacitadas y adultos mayores y hacer músico-terapia.
Un mundo nuevo, lleno de satisfacciones
“Estoy agradecido a Dios por ponerme en este camino, con gente que realmente necesita”, sostuvo Gonzalo.
“La vida es diferente, es otra cultura, es todo nuevo para nosotros, pero nos llena de satisfacciones”, manifestó. Por último dejó un “saludo enorme para nuestras familias y amigos que nos bancan día a día desde allá, nos animan a seguir luchando a pesar de la distancia y la falta de nuestros afectos. Para mi hijo también, que es el proyector directo de este viaje que he realizado”, remarcó el también integrante del grupo folclórico Gustito Santiagueño.
La familia, orgullosa por el aporte
A la distancia, y con la nostalgia de tenerlos lejos, el resto de la familia Reynoso los apoya y arenga a seguir adelante. “Nos enorgullece que ustedes sean parte de esta historia, donde aportan su granito de arena para llevar un poco de paz a personas que están pasando por momentos horribles”, afirmó su hermana Luciana, quien hizo partícipe de estas palabras a toda la familia.
Asimismo, agregó: “Otra forma de superar la tristeza y la preocupación es siendo agradecidos con Dios por sus incontables bendiciones. Lleven la chacarera a todo el mundo, nos sentimos felices por ustedes, los amamos inmensamente”, concluyó.
